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Viñedo: Procedente de una selección de las parcelas con rendimientos más bajos de la finca de 64 has. ubicada en Quintanilla de Onésimo
Variedades: 86% Tempranillo, 10% Cabernet Sauvignon, 4% Merlot.
Crianza: 14 meses en barrica de roble francés 100% de grano fino
Notas de cata: Picota oscuro. Expresivo aroma de cacao fino, roble cremoso, fruta madura, expresión frutal y complejo. Lleno de sabor y capas de frutas negras, se percibe la complejidad varietal. Largo, final en boca con toques ahumados, equilibrado.
Historia:
Los primeros datos bibliográficos sobre la existencia de esta finca a orillas del Duero pertenecen a su primer poblador, el fraile franciscano Pedro de
Villacreces, de quien toma su nombre. Junto a él, un grupo de clérigos, entre los que se encontraba San Pedro Regalado, patrón de Valladolid, se estableció
en aquel privilegiado páramo para dedicarse a la oración y al cultivo de la tierra, en la que se contaba, ya, con un pequeño viñedo para su propio consumo y
el de los monasterios cercanos.
Durante varios siglos, Villacreces fue centro de retiro para eremitas franciscanos dedicados a la reflexión y la penitencia, así como al trabajo del campo y
la observación de la naturaleza. Con la llegada de la desamortización de Mendizábal, en 1836, estas tierras pasaron a manos privadas, en concreto, al
marquesado de Teodosio Alonso-Pesquera, senador del reino con Alfonso XIII, quien poco después otorgaría una concesión real por la que Finca Villacreces
dispone derechos sobre el agua del Duero.
El II Marqués de Alonso Pesquera fue quien vendió esta finca a principios del siglo XX a la vallisoletana familia Cuadrado, quien utilizó la finca agrícola
como zona de recreo, alojando, a su vez, a ilustres invitados. Uno de ellos, Peter Sisseck utilizó la bodega y parte del viñedo para elaborar su Flor de
Pingus.
En 2004, tras una larga búsqueda por toda la Ribera del Duero, Gonzalo y Lalo Antón, quienes ya contaban con bodega en Rioja (Izadi) y en Toro (Vetus),
conocieron a la familia Cuadrado. Pedro Cuadrado les dejó entrever su interés por ir desvinculándose del negocio vinícola y buscar un relevo para la finca,
oportunidad que aprovecharon para adquirir una de las fincas más espectaculares de la Ribera del Duero. Tras la remodelación de la bodega y un concienzudo
trabajo de recuperación del viñedo, Villacreces se volvió a inaugurar en 2007.
La finca:
Finca Villacreces, surge, así, como un viñedo único, condicionado por la diversidad de suelos donde se encuentra plantado, que van desde áreas extremadamente
arenosas cerca de los pinos, a terrenos muy pedregosos donde predominan los cantos procedentes de la deposición aluvial del Duero. La pobreza del terreno
garantiza, de forma natural, bajos rendimientos que rondan los 4.000 kg/hectárea.
Finca Villacreces se haya plantada a 700 metros de altitud sobre el nivel del mar y es objeto de un clima extremo, con grandes oscilaciones térmicas,
inviernos largos y veranos secos con baja pluviometría. Sin embargo, el bosque que envuelve la finca le provee de un microclima especial que protege al
viñedo de las circunstancias climáticas más agresivas.
Villacreces se extiende por una finca de 110 hectáreas, 64 de ellas de viñedo, asentada sobre un meandro del río Duero, en pleno corazón de la Milla de Oro
de la Ribera del Duero. Este viñedo está dividido en 15 parcelas de las variedades tinto fino, cabernet sauvignon y merlot, que se entremezclan con un pinar
centenario de gran valor medioambiental y paisajístico.
En Finca Villacreces se busca una viticultura enfocada a la calidad, donde el viñedo se autorregula hasta limitar la producción a menos de 2 kilos por cepa.
A su vez, estos viñedos son cultivados siguiendo criterios de viticultura integrada, donde se controla y preserva la propia condición natural de la vid para
obtener vinos con la personalidad y tipicidad propia y única y de Villacreces.
La bodega:
En el centro de la finca, la bodega está construida para preservar su entorno natural, a la vez que garantiza un control exhaustivo en la gestión de cada
detalle del proceso de elaboración de los vinos de Villacreces.
El proceso comienza con la recepción de la uva en una mesa de doble selección. Primero en racimo, de forma manual, y, posteriormente, por grano, con un
sistema denominado mistral que separa las bayas dependiendo de su calidad con un ventilador de aire.
Cada parcela será elaborada por separado, por lo que Villacreces dispone de pequeños depósitos de doble pistón para favorecer el bazuqueado automático en la
fermentación, así como tinas de madera para la vinificación de algunas parcelas concretas.
Las diferentes estancias, que albergan barricas de roble francés de las mejores tonelerías, serán testigo del envejecimiento de los vinos Pruno, Villacreces
y Nebro, bajo el sosiego y la tranquilidad de una bodega en un entorno natural único.
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